jueves, 3 de febrero de 2011

BOLETÍN Nº 6 FEBREO 2011




Boletín
Comunidad Horeb-Carlos de Foucauld
Amistad e Intercesión ecuménica
 Nº 6 – Febrero - AÑO 2011
 http://horeb-foucauld.webs.com


Publicado el 21.01.2011 En el nº 2.738 de Vida Nueva.
Encuentro ecuménico de jóvenes en Taizé
(Miguel Ángel Malavia) Si hoy los jóvenes están cada vez más alejados de la religión y, dentro de las Iglesias el ecumenismo sólo interesa a un número determinado de fieles, la unión de ambos elementos lleva a la acentuación de una realidad: son muy pocos los jóvenes cristianos, de todas las confesiones, implicados en la causa ecuménica. Pese a todo, se busca que se sientan interpelados. Eso es lo que intentan los organizadores en Madrid de la anual Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (18-25 de enero). Así, este sábado 22, la iglesia evangélica de Chamartín alberga un encuentro específico para ellos.
Su pastor, Andrés López, percibe que los jóvenes cristianos, en general, están “desencantados” en su vivencia de la fe, por lo que la causa de la unidad puede ser “un incentivo para que muchos se acerquen a Dios”.
Una de las cuestiones que más se les achaca es que no les interesa tanto la vertiente teológica del diálogo, sino la exclusivamente vivencial, no acudiendo apenas a los cursos de formación, mientras que sí lo hacen (a veces multitudinariamente) a las celebraciones y oraciones.
Andrés López lo valora positivamente: “La nueva generación busca experiencia, eso es la oración; busca dinamismo, eso es la oración; busca respuestas personales, eso es la oración. La formación es importante, pero si enseñamos de Dios igual que de matemáticas, estamos diciendo que no hay relación personal”.
Pero, ¿cómo lo ven los propios jóvenes? Alejandro Izquierdo, católico de 24 años, y que lleva desde hace ocho colaborando con las Misioneras de la Unidad, reconoce que intenta ir a las charlas, pero que es en la oración conjunta donde encuentra “algo que me ayuda mucho en mi vida”. Poniendo el ejemplo del movimiento ecuménico de Taizé, entiende que “se puede dar un gran testimonio mostrando cómo compartimos y nos ayudamos unos a otros, siendo en verdad una gran familia”.
Aurelio Lepe, de la Iglesia Española Reformada Episcopal, sí aúna la formación con la celebración. Para él, no hay incompatibilidad entre lo reflexivo y lo vivencial, pues ambos reflejan un mismo objetivo: “Creo que hay un deseo en muchas personas de buscar lo común, lo que nos une, de unir fuerzas y proyectos para trabajar por las necesidades de nuestra sociedad”.
Aunque Aurelio también hace autocrítica eclesial: “La mayoría de las Iglesias no tienen conocimiento del verdadero ecumenismo, temiendo que sus ideas y conceptos se puedan ver comprometidos”. Algo que reafirma Andrés López: “Las personas sencillas, las de a pie, las laicas, presentan menos problemas y prejuicios para unirse a otros cristianos”. Y añade: “Lo que estropea el ecumenismo es el deseo de convertir al protestante en católico y viceversa; lo mismo con el resto de las confesiones cristocéntricas”.
A unos meses de la Jornada Mundial de la Juventud, por la que Madrid espera recibir a dos millones de católicos, algunas voces reclaman la idoneidad del testimonio que supondría un encuentro con jóvenes de otras confesiones. Victoria Saugar, ortodoxa perteneciente al Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, cree que sería “una oportunidad excepcional para enseñar al mundo que lo que nos une, más allá de las diferencias, es que somos cristianos. Sería un testimonio de unidad muy fuerte, y mucho más en el actual contexto de indiferentismo o beligerancia hacia lo religioso”.
No todos lo entienden así. Alejandro cree que “el ecumenismo funciona más a nivel parroquial que en las altas esferas jerárquicas. Además, al organizarlo la Archidiócesis de Madrid, acabaría teniendo un sello marcadamente católico”. Algo en lo que coincide Aurelio: “Me siento más cómodo en los grupos ecuménicos en los que hay conocimiento de qué y qué no compartimos, habiendo por todas partes respeto, tolerancia y aceptación de las diferencias”.
Andrés López tampoco cree “en los grandes eventos; creo en la actuación de cada uno, en la labor de los pequeños grupos unidos, conectados. El impacto no debe ser visual sino activo, vivo. Muchos jóvenes cantando no tienen el mismo impacto que grupos de jóvenes sirviendo, separados, pero interconectados”.

Tierra Santa, referente ecuménico para los obispos

Publicado el 14.01.2011 En el nº 2.737 de Vida Nueva.

El Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos se celebra entre los días 18 y 25

(Miguel Ángel Malavia) Como cada año, la tercera semana de enero trae una cita eclesial indispensable con el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos. Para la presente edición, que tendrá lugar entre los días 18 y 25, la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales, presidida por el obispo de Almería, Adolfo González Montes, ha hecho público un mensaje con un claro referente: Tierra Santa.
En varios sentidos. El primero, ya en la introducción del texto, apelando a los orígenes históricos de la Iglesia en Jerusalén, cuando las tensiones entre gentiles y judaizantes se resolvieron en lo que significó el primer concilio de la historia de la Iglesia, alcanzando el “ideal de comunión eclesial de la Iglesia madre de Jerusalén”. Este modelo es hoy, para los obispos, “meta del ecumenismo”, pues “pretende la total convergencia de las Iglesias cristianas en la misma inteligencia de la fe apostólica”.

Cartel de la Semana de Oración por la Unidad 2011
Pero, para llegar a ese nivel, de carácter teológico, resulta de gran ayuda “la comunión de los corazones” de todos los cristianos, que se alcanza a través del “dialogo de la caridad”. En este estado, vivencial y testimonial, se expresa la sincera “voluntad de plena convergencia en la fe” que, algún día, habría de llevar al “acceso a la misma celebración eucarística” y a la “realización plena de la comunión eclesial”.
De este modo, la “oración en común” marca el sentido profundo del Octavario. En un doble sentido. Y es que, si “resulta muy  conveniente la ‘oración ecuménica interconfesional’”, también lo es “la ‘oración de cada comunidad confesional’ suplicando de Dios la restauración de la unidad visible de la Iglesia”. Tal y como indican los prelados, un modo idóneo de concretar hoy esta oración es a través de la conciencia de la “necesidad de mantenernos unidos a las Iglesias cristianas de la Palestina histórica”. Todas ellas, tanto la católica como el resto de cristianas, “están cada vez más empeñadas en una colaboración estrecha” en las causas que les son comunes. Al constatar cómo se da entre ellas la conciencia de tener un mismo origen, la Iglesia madre de Jerusalén, el mensaje episcopal anima a los cristianos de todo el mundo a seguir el ejemplo.
Igualmente, se insta a “ayudar a las Iglesias presentes en Tierra Santa”. Así, mediante “la estrecha colaboración ecuménica de todos los cristianos” –y para todos los cristianos de la zona, católicos o no–, se ha de “salvaguardar la libertad de movimientos, fortaleciendo la paz religiosa” y “superando viejas oposiciones”. Los obispos van más allá y ofrecen fórmulas concretas de ayuda a las comunidades de Tierra Santa, como “mantener y promover las peregrinaciones a los Santos Lugares, tanto de los católicos como de los cristianos de otras confesiones”, ofreciéndoles así apoyo espiritual y material.
Tampoco se olvidan de reivindicar la importancia del diálogo interreligioso, que “cobra especial importancia” en Tierra Santa, donde judíos y musulmanes suponen la amplia mayoría.
Haciéndose eco del mensaje para el Octavario que han hecho público conjuntamente el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos y el Consejo Mundial de las Iglesias –que integra a cristianos de todas las confesiones–, los obispos apuestan por “encontrar una nueva lengua común para poder dar testimonio del mensaje evangélico en una actitud de respeto mutuo” y por “colaborar con los musulmanes y los judíos creyentes para preparar las vías del diálogo y de una solución justa y verdadera a un conflicto en el que con demasiada frecuencia se ha usado y abusado de la religión”.

Un solo bautismo

El mensaje de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales concluye destacando un hito ecuménico que se cristalizará “próximamente” en nuestro país. Se trata del acuerdo para la publicación, por parte de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y la Iglesia Española Reformada Episopal, de la declaración común Confesamos un solo bautismo para el perdón de los pecados. Este documento, que fue aprobado por la última Asamblea Plenaria de la CEE, supone “el recíproco reconocimiento de nuestro bautismo en Cristo”, dándose así “un significativo paso hacia la unidad visible de la Iglesia”.
Estamos aún lejos de esa unidad por la que Cristo rezó
"La unidad a la que Cristo, mediante su Espíritu, llama a la Iglesia, no se lleva a cabo sólo a nivel de las estructuras organizativas, sino que se configura, en un nivel mucho más profundo, como unidad expresada en la confesión de una sola fe, en la celebración común del culto divino y en la concordia fraterna de la familia de Dios", aclaró Benedicto XVI.
La búsqueda del restablecimiento de la unidad entre los cristianos divididos, subrayó el Papa, "no puede reducirse por tanto a un reconocimiento de las diferencias recíprocas y a la consecución de una convivencia pacífica: lo que anhelamos es esa unidad por la que Cristo mismo rezó y que por su naturaleza de manifiesta en la comunión de la fe, de los sacramentos, del ministerio".
"El camino hacia esta unidad debe ser advertido como imperativo moral, respuesta a una llamada precisa del Señor", subrayó. Por esto, aseguró, "es necesario vencer la tentación de la resignación y del pesimismo, que es falta de confianza en el poder del Espíritu Santo". "Nuestro deber es proseguir con pasión el camino hacia esta meta con un diálogo serio y riguroso para profundizar en el común patrimonio teológico, litúrgico y espiritual; con el conocimiento recíproco; con la formación ecuménica de las nuevas generaciones y, sobre todo, con la conversión del corazón y con la oración”.
Iglesias orientales: La Iglesia de tradición bizantina (II)
ROMA, viernes 15 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- [Continúa] El rito o tradición bizantina es la mayoritaria en el oriente cristiano, y a él pertenecen unos 300 millones de personas, en su inmensa mayoría de obediencia ortodoxa. Los greco-católicos son 8,5 millones de fieles.

Iglesia greco-melquita
La Iglesia greco-católica melquita tiene su origen en Antioquía durante el Concilio de Calcedonia (451), proveniente de la palabra melek, con la que se identificaba a los que aceptaron Calcedonia (ver el artículo sobre la Iglesia antioquena, Zenit 12 de octubre). Los melquitas, originariamente de rito antioqueno, pasaron a la tradición bizantina.
Tras la conquista de Siria por los musulmanes, estos cristianos fueron gradualmente aceptando influencias culturales árabes, entre ellas, el idioma. Esta Iglesia siguió al Patriarcado de Constantinopla en el cisma de 1054.
Sin embargo, gracias a la predicación de misioneros dominicos (siglo XIV) y sobre todo jesuitas (siglo XVI), se fue creando paulatinamente entre los melquitas una simpatía hacia Roma, que fraguó con la elección de Cirilo VI, que fue excomulgado por el Patriarca de Constantinopla y confirmado por el papa Benedicto XIII, en 1724.
El cabeza de la Iglesia melquita, Gregorio III Laham, lleva el título de Patriarca católico greco-melquita de Antioquía y Todo el Oriente, Alejandría y Jerusalén. Cuenta con casi 1,2 millones de fieles, y tiene su sede en Damasco, se extiende por todo Oriente Medio y tiene una comunidad significativa en Estados Unidos.
Según el experto Pier Giorgio Gianazza, esta Iglesia es la más “árabe” de todas las Iglesias católicas orientales, y está empeñada en un importante diálogo ecuménico con el Patriarcado ortodoxo de Antioquía. Cuenta con varias instituciones asistenciales y educativas. Es muy activa también en el diálogo con los musulmanes.
Iglesia católica griega
Unos ochocientos años después del cisma de 1054, en 1856, empezó a formarse una pequeña comunidad de griegos católicos, fundamentalmente en Constantinopla, a raíz de la predicación de un sacerdote griego de rito latino.
El papa Pío X erigió en 1911 un ordinariato para estos católicos bizantinos, que llegaron a tener incluso su propio seminario. Sin embargo, con la derrota del Imperio otomano tras la primera Guerra Mundial, muchos de ellos emigraron a Atenas, y los que no, sufrieron persecución.
Esta comunidad católica de rito bizantino es hoy muy pequeña, unos 2.500 miembros, y se divide en dos exarcados, el de Atenas, cuyo jerarca es Dimitrios Salachas, y el de Constantinopla, que prácticamente ha desaparecido en número de fieles.

Iglesia rumana bizantina
La Iglesia católica rumana fue también producto de la emigración, especialmente de católicos alemanes y rutenos, a Transilvania, que entonces era territorio húngaro y mayoritariamente ortodoxo.
Tras el cisma de Lutero, se extendió el protestantismo calvinista en Rumanía, lo que llevó en 1697 al obispo ortodoxo de Transilvania en Alba Julia, Teofil Seremi, a plantearse la unión con Roma, en 1700. Sin embargo, una buena parte de los rumanos permanecieron ortodoxos.
Aunque al principio los católicos bizantinos dependían de la Iglesia húngara de rito latino, el papa Pío X creó una eparquía propia, Hajdúdorog en 1912. Durante el régimen comunista, esta Iglesia fue suprimida y sus fieles, obligados a unirse a los ortodoxos.
La clandestinidad duró hasta la revolución contra Ceaucescu de 1989.
Actualmente esta Iglesia cuenta con unos 550.000 fieles. Para diferenciarse de los ortodoxos, los greco-católicos rumanos utilizan el rumano en la liturgia. Su actual cabeza es el archieparca mayor Lucian Mureşan.
Iglesia rutena
Esta Iglesia está vinculada históricamente a Rutenia, cuyo territorio comprendía la actual Ucrania, Bielorrusia y una parte de la Rusia europea.
Como hemos visto al hablar de la Iglesia bizantina eslovaca, una parte de la Iglesia rutena participó en la llamada Unión de Uzhhorod. Hubo después otras dos uniones, en 1664 y 1713, tras lo cual prácticamente casi todos los rutenos pasaron a la obediencia de Roma.
Para los rutenos en concreto, el papa Clemente XIV creó la eparquía de Mukachevo (1778). Tras la primera guerra mundial, y con la disolución del Imperio austrohúngaro, Rutenia fue dividida entre Checoslovaquia, Ucrania y Bielorrusia.
La Iglesia rutena actual se encuentra en territorio de Ucrania. Durante el dominio comunista, también esta Iglesia fue forzada a pasar a la ortodoxa, y en muchos lugares, sus fieles fueron directamente deportados a la Unión Soviética. Otros muchos lograron emigrar a Estados Unidos.
Actualmente cuenta con unos 533.000 miembros, reunidos en torno a la Eparquía de Mukachevo.
Iglesia greco-católica ucraniana
Se trata de la Iglesia más numerosa de todas, con 5,5 millones de fieles. También es la más dispersa, pues sus fieles se encuentran repartidos, por la emigración, en más de 40 países distintos.
Su territorio está más o menos relacionado con la antigua rus de Kiev. Tras el cisma de 1054, la Iglesia vivió momentos difíciles, pasando con los siglos a acercarse paulatinamente a Polonia. El patriarca de Kiev asistió al Concilio de Florencia en 1440 y acordó volver a la obediencia de Roma. Esto fue interpretado por los rusos como signo de enemistad.
Los greco-católicos ucranianos acudieron en varias ocasiones a Roma para pedir protección, frente al expansionismo ruso por un lado y la influencia latinizadora de los polacos por otro. En 1596, como ya hemos visto, toda la jerarquía eclesiástica ucraniana pasó a Roma en el Sínodo de Brest.
Con la dominación rusa, los greco-católicos sufrieron una persecución sistemática, hasta el punto de que sólo sobrevivieron en el este de Ucrania, bajo dominio austrohúngaro (Galitzia). A finales del siglo XIX, prácticamente habían desaparecido.
En Galitzia, después de la segunda guerra mundial, los comunistas persiguieron aún con más saña a los greco católicos, encarcelando a toda su jerarquía, encabezada por el cardenal Slipyj. Tras la caída del Muro, ha habido en Ucrania una “resurrección” de los católicos. El papa Juan Pablo II visitó el país en 2001.
Iglesia italo-albanesa
Esta Iglesia procede de la inmigración, especialmente en Calabria y Tarento durante el siglo XV, a causa de la presión musulmana. Algunos de los inmigrantes eran ya bizantinos católicos, y otros se unieron a Roma después de su llegada a Italia.
En 1595, el papa Clemente VIII reconoció la presencia de estos fieles y dio instrucciones para que fuesen atendidos en sus necesidades, y en 1742, otro papa, Benedicto XIV, les dio un primer código canónico. En 1919 se fundó la eparquía de Lungro, y en 1937 la eparquía de Piana degli Albanesi.
Actualmente agrupa a unos 67.000 fieles. Allí está también el único monasterio italiano de rito bizantino, Santa Maria di Grottaferrata, que tiene más de mil años de antigüedad.
Iglesia rusa
La Iglesia greco-católica rusa surgió en 1905 de un cisma de la Iglesia ortodoxa rusa, alrededor del poeta Vladimir Sergeyevich Soloviev, quien afirmaba que se podía ser fiel ortodoxo y estar unido a Roma. Un seguidor suyo, el sacerdote Nicolás Tolstoi, se hizo católico y organizó una pequeña comunidad en Moscú.
A pesar de las persecuciones, primero por el régimen zarista y luego la brutal represión comunista, siguió existiendo un exarcado apostólico en la clandestinidad, y se creó otro para los católicos refugiados en China, con sede en Shangai.
Actualmente existe un “renacimiento” de esta comunidad, aunque aún no tiene formalmente un jerarca propio. Cuenta con unos 3.800 fieles y su liturgia no tiene diferencias con la ortodoxa rusa. (Inma Álvarez)

Entrevista al Rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni Rabino de Roma: judíos y católicos, hijos de un mismo Padre
ROMA, viernes 21 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Con ocasión ocasión para la Jornada del diálogo judío-cristiano, que se celebra en Italia el 17 de enero, antes de comenzar la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, la edición italiana de ZENIT publicó la entrevista concedida por el Rabino jefe de la comunidad judía de Roma, Riccardo Di Segni, al programa Cristiandad de Rai Internazionale. Ofrecemos ahora la versión española:
- Honra a tu padre y a tu madre: pero ¿de quién somos hijos?
Di Segni: Según nuestra tradición tenemos dos padres biológicos, y la Tradición nos dice que en realidad los participantes son tres, está la parte divina y la parte biológica, y pueden existir también las partes educativas que no se reservan a los padres. A veces los padres incluso pueden ser extraños o negativos en un proceso educativo. Por tanto la “paternidad o maternidad” es un concepto que se amplía.
- Muchos comentarios dicen que del mandamiento “Honra a tu padre y a tu madre” derivan todos los demás. ¿Qué significa honrar al padre y a la madre?
Di Segni: Según la tradición hay una relación de respeto que se establece en formalidades importantes, por las que se debe reconocer al progenitor una autoridad a respetar en lo que sea. Además hay una relación que se puede convertir en una relación de apoyo, sea material o en un sentido más amplio, en el curso de los años, cuando las relaciones se invierten: de pequeños se es absolutamente dependiente de los padres y cuando los años pasan, son los padres los que de alguna manera dependen de los hijos. De manera que en este momento el respeto por los padres es una tarea más importante todavía.
En las lenguas semíticas la palabra “Misericordioso”, que define al Omnipotente, tiene la misma raíz, rachem en hebreo, rahim en árabe, que la palabra útero, e indica la actitud de la madre que acoge al hijo en su seno. En la Biblia se compara a Dios con un madre que no se olvida de sus hijos, como recordó Juan Pablo I. Por tanto ¿la maternidad define la misericordia divina?
Di Segni: Digamos que en una representación esquemática existe – en la imagen que tenemos del Divino- una parte de justicia, de severidad y una parte de amor. En esta oposición, o síntesis, de aspectos distintos se podría decir que prácticamente la parte masculina representa el amor. Existe también apoyo lingüístico que lo confirma. Pero es la misma Biblia la que usa la expresión de que Dios tiene misericordia de nosotros como un Padre tiene misericordia de sus hijos “Rachem aw alwalim”. Por tanto no hay exclusividad en la Misericordia, como no existe la exclusividad en la Justicia.
- Entonces, ¿qué significa ser hermanos? ¿Los cristianos y los judíos tienen un Padre y una Madre en común?
Di Segni: La humanidad entera tiene un padre y una madre en común, si es que tiene sentido la historia de la Biblia de que la humanidad deriva de Adán y después de Noé, todo cuanto debemos reconocer en un predecesor común y que ninguna persona puede aceptar – como dicen nuestros textos- es ser superiores al otro, porque tenemos un origen en común. En este sentido toda la humanidad es fraterna. Existen, además, tres grupos de lazos humanos unidos más estrechamente, e indudablemente la relación que existe entre judíos y cristianos es de especial cercanía, pudiendo ser representada con la imagen de la fraternidad, con todos los altos y bajos que existen en una relación fraternal
La palabra diálogo puede tener un sentido fuerte y uno débil. Puede ser, digamos un diálogo diplomático que no incida en la vida, y un diálogo que implica y cambia a la persona entera. La relación entre el hombre y Dios en la Biblia es, a menudo, un diálogo dramático. ¿Cómo define, por tanto, el diálogo entre cristianos y judíos?
Di Segni: Diría que es una necesidad de la que no se puede huir, aunque como experiencia es difícil porque debe superar toda una serie de escollos colocados por la historia, la teología y la cotidianidad. El hecho de que sea difícil no nos debe eximir de afrontarlo teniendo un mínimo de esperanza y un mínimo de serenidad, ya que de ésto puede salir algo positivo.
- Usted vivió las visitas d Juan Pablo II a la Sinagoga y acogió el año pasado a Benedicto XVI, ¿qué resume dde estos encuentros?
Di Segni: Han sido visitas muy diferentes. Diferentes por la época y la personalidad. La primera fue un acontecimiento trascendental que marcó, simbólicamente, un punto de inflexión en la historia. La segunda, un evento ue confirmó esta línea de actuación. Hay en estos acontecimientos...aunque el último no fue un evento en el que todo hay funcionado pacificamente, hubo polémicas alrededor, y yo insistí mucho en que se realizase porque creo que lo que nos deja es la sensación de que más allá de lo que nos divide, existen elementos comunes y obligaciones comunes, y sobre todo éstas últimas, de caminar unidos, de las que no podemos huir.
Cuando Benedicto XVI llegó a la Sinagoga se detuvo delante de las lápidas que recuerdan a los judíos romanos deportados. La jornada de la Memoria ¿es un recuerdo necesario o una advertencia actual?
Di Segni: Es necesariamente las dos cosas. La Jornada de la Memoria significa que es necesario detenerse para reflexionar, entender lo que sucedió, recordarlo y además -como deberían ser todas las jornadas de la memoria- no permanecer en el pasado sino que proyectarlo al futuro y ya que ésto es un problema que incide en la salud de lasociedad es absolutamente necesario detenerse para reflexionar.
- ¿Piensa que la libertad religiosa está en peligro, la vida de los creyentes amenazada por causa de la Fe?
Di Segni: Absolutamente sí.
¿De donde viene el peligro?
Di Segni: Viene de toda forma posible de intolerancia, que puede ser intolerancia política, intolerancia de regímenes dictatoriales o también intolerancia religiosa.

La religión, a su juicio, ¿es un motivo o un pretexto para la guerra y la violencia?
Di Segni: ¡Ah! Puede ser cualquiera de las dos. A veces puede ser una excusa fácil pero otras veces es la misma estructura religiosa la que es intolerante.¿Por qué hablamos de religión como si por definición fuese una cosa bella? Es necesario discutir la religión, sufrirla, verla y también mejorarla en cualquier modo.
¿Cómo viven la relación entre las tres grandes religiones monoteístas, los italianos que se encuentran en contacto con otras culturas, que viven en otras partes del mundo?
Di Segni: Viajar por el mundo es una gran lección para entender las diferencias. Hoy Italia ya no es tan regionalista, el paisaje humano que captamos caminando por las calles de cualquier ciudad italiana ha cambiado mucho respecto a veinte años atrás. Conocer las diferencias es fundamental para entender que la humanidad no se detiene a quien tiene la cara igual que la mía, que debemos asumir que existen estas diferencias – sobre todo- y luego aprender a convivir.
La diversidad ¿es un peligro o una riqueza?
Di Segni: La diferencia debe ser una riqueza.
Nos están viendo también en Israel. ¿Mandaría un mensaje a los judíos italianos que han hecho Alià, qué han vuelto a la tierra de Israel?
Di Segni: Son hermanos cercanos y compartimos las esperanzas y las experiencias, nos dirigimos a ellos siempre con afecto.
El profeta Zacarías y también Isaías, si no me equivoco, hablan de un día en el que judío y gentiles comerán juntos bajo la tienda en la fiesta de Sukkot, que recuerda la peregrinación por el desierto. ¿Esta mesa común es una utopía o una profecía que de alguna manera obra ya en el presente?
Di Segni: El judaísmo vive de utopía y por tanto el hecho de que sea una utopía no significa que sea algo que no se cumplirá sino todo lo contrario y en nuestras oraciones confirmamos el concepto de que ninguna cosa dicha por boca de los profetas ha venido a menos, o sea que antes o después puede realizarse. De alguna manera alguna cosa pequeña se hace, aunque nos queda mucho por recorrer.
- El desierto es grande todavía...
Di Segni: Sí. Pero el desierto puede ser una situación ideal. (Carmen Álvarez)

De dioses y hombres


De dioses y hombres, X. Beauvois, Francia, 2010.
De dioses y hombres’, de Xavier Beauvois, narra una historia real: los últimos años de siete monjes cistercienses que vivían y trabajaban en el monasterio Nuestra Señora del Atlas, en Argelia. Fueron secuestrados por el Grupo Islámico Armado el 26 de marzo de 1996, durante la guerra civil que asoló el país, y murieron posteriormente en circunstancias que aún no han sido esclarecidas.
Sin embargo, en la presentación de la película, el crítico de cine Juan Orellana aclaró que la cinta “no cuenta su martirio, sino el proceso por el que los monjes llegan al martirio”; cómo unos hombres “débiles, temerosos, llenos de dudas, van redescubriendo su vocación, y lo que Dios pide a cada uno”. Al final, a pesar de los asesinatos de personas no musulmanas y de la insistencia de las autoridades en que dejaran el país, decidieron quedarse.
También remarcó el equilibrio que la película guarda al tratar al Islam, al reflejar no sólo el peligro del fundamentalismo, sino también la buena relación de los monjes con la población musulmana del pueblo. En este sentido, afirmó que este enfoque muestra cómo “la multiculturalidad sólo es posible cuando se comparte una experiencia humana y religiosa” mínima, como es la fe en un Dios misericordioso.
‘De dioses y hombres’ llega a España tras cosechar un gran éxito tanto de taquilla, en Francia e Italia, como de crítica. Ha sido galardonada, entre otros, con el Grand Prix de honor, el segundo premio más alto del Festival de Cannes. Orellana no dudó en sumarse a los elogios, afirmando que el film es “una auténtica obra maestra desde el punto de vista formal”.
Obra maestra, soberbia, profundamente conmovedora… estos son algunos de los titulares que los medios han dedicado a la película “DE DIOSES Y HOMBRES”, que no sólo ha arrasado en taquilla en el país vecino, sino que se ha hecho con el gran premio del Jurado de Cannes y ha sido seleccionada para representar a Francia en los Óscar.
Pero lo más importante es que “esta magistral película es un reconocimiento a la heroicidad de tantos religiosos y religiosas volcados con la misión de la Iglesia en muchos países del Tercer Mundo. Es un homenaje a los que, con entrega sin límites, siembran la Paz, curan gratuitamente al que lo necesita, comparten la alegría y el pan. Un homenaje a aquellos que, como Jesucristo, padecen sufrimiento y entregan su vida por amor” (J. Menéndez Ros, director de AIN)
Testamento del Padre Christian

abierto el domingo de Pentecostés, 25 de mayo de 1996


                                                              
       Cuando un A-Dios se vislumbra...
Si me sucediera un día --y ese día podría ser hoy--
ser víctima del terrorismo que parece querer abarcar en este momento
a todos los extranjeros que viven en Argelia,
yo quisiera que mi comunidad, mi Iglesia, mi familia,
recuerden que mi vida estaba ENTREGADA a Dios y a este país.
Que ellos acepten que el Único Maestro de toda vida
no podría permanecer ajeno a esta partida brutal.
Que recen por mí.
¿Cómo podría yo ser hallado digno de tal ofrenda?
Que sepan asociar esta muerte a tantas otras tan violentas
y abandonadas en la indiferencia del anonimato.
Mi vida no tiene más valor que otra vida.
Tampoco tiene menos.
En todo caso, no tiene la inocencia de la infancia.
He vivido bastante como para saberme cómplice del mal
que parece, desgraciadamente, prevalecer en el mundo,
inclusive del que podría golpearme ciegamente.
Desearía, llegado el momento, tener ese instante de lucidez
que me permita pedir el perdón de Dios
y el de mis hermanos los hombres,
y perdonar, al mismo tiempo, de todo corazón, a quien me hubiera herido.
Yo no podría desear una muerte semejante.
Me parece importante proclamarlo.
En efecto, no veo cómo podría alegrarme
que este pueblo al que yo amo sea acusado, sin distinción, de mi asesinato.
Sería pagar muy caro lo que se llamará, quizás, la "gracia del martirio"
debérsela a un argelino, quienquiera que sea,
sobre todo si él dice actuar en fidelidad a lo que él cree ser el Islam.
Conozco el desprecio con que se ha podido rodear a los argelinos tomados globalmente.
Conozco también las caricaturas del Islam fomentadas por un cierto islamismo.
Es demasiado fácil creerse con la conciencia tranquila
identificando este camino religioso con los integrismos de sus extremistas.
Argelia y el Islam, para mí son otra cosa, es un cuerpo y un alma.
Lo he proclamado bastante, creo, conociendo bien todo lo que de ellos he recibido,
encontrando muy a menudo en ellos el hilo conductor del Evangelio
que aprendí sobre las rodillas de mi madre, mi primerísima Iglesia,
precisamente en Argelia y, ya desde entonces, en el respeto de los creyentes musulmanes.
Mi muerte, evidentemente, parecerá dar la razón
a los que me han tratado, a la ligera, de ingenuo o de idealista:
"¡qué diga ahora lo que piensa de esto!"
Pero estos tienen que saber que por fin será liberada mi más punzante curiosidad.
Entonces podré, si Dios así lo quiere,
hundir mi mirada en la del Padre
para contemplar con El a Sus hijos del Islam
tal como El los ve, enteramente iluminados por la gloria de Cristo,
frutos de Su Pasión, inundados por el Don del Espíritu,
cuyo gozo secreto será siempre, el de establecer la comunión
y restablecer la semejanza, jugando con las diferencias.
Por esta vida perdida, totalmente mía y totalmente de ellos,
doy gracias a Dios que parece haberla querido enteramente
para este GOZO, contra y a pesar de todo.
En este GRACIAS en el que está todo dicho, de ahora en más, sobre mi vida,
yo os incluyo, por supuesto, amigos de ayer y de hoy,
y a vosotros, amigos de aquí,
junto a mi madre y mi padre, mis hermanas y hermanos y los suyos,
¡el céntuplo concedido, como fue prometido!
Y a ti también, amigo del último instante, que no habrás sabido lo que hacías.
Sí, para ti también quiero este GRACIAS, y este "A-DIOS" en cuyo rostro te contemplo.
Y que nos sea concedido rencontrarnos como ladrones felices
en el paraíso, si así lo quiere Dios, Padre nuestro, tuyo y mío.
                                                                     ¡AMEN! IM JALLAH!                   Argel, 1 de diciembre de 1993
Tibhirine, 1 de enero de 1994
                                                      Christian.+